Si aceptas a la felicidad como una sonrisa efímera despiertas plácidamente a tus sentidos y le
das el alimento adecuado a tu alma,
sabes sin más sonrojarte a la sorpresa de lo inesperado, adecuar lo apropiado al
dulce néctar en la belleza de esa elegancia que marca tu sencillez.
Prestamos la serenidad de una esclavitud permitida al vivir de manera prestada, al encoger de hombros a la luz que nos da su
fuerza y vitalidad, vives de espaldas a lo que nos acontece la verdadera miel de nuestras delicias.
Permitimos establecer nuestras propias trampas en máscaras
de superficialidad e hipocresía, fingimos saber que sabemos y que nuestra
ignorancia es prestada y que jamás fuimos vagabundos de la misma, que jamás
dormimos bajo un mismo techo, y que las lágrimas harán un diferente baile en
cada mejilla del prójimo, que el dulce despertar de conocimiento está en el
poder de una cumbre en la cual todo lo vemos y los demás son esas pequeñas
hormigas a ese poder inmenso de nuestra egolatría.
El desdén de una travesura bella es la cualidad extraordinaria
de esas sombras que nos dan profundidad a
esas luces que tanto esquivamos, la energía de nuestra alma y la calma de nuestro
corazón guiaran a nuestro instinto en la brújula del puro disfrute en el instante que nos precisa y espera con
una sonrisa, solo así la llama de la alegría albergara y crecerá en un nuevo corazón.