Cada día de inspiración es un haz de luz en nuestro sentido,
cada alegría compartida un establecer calma en nuestra misma piel y cada
tristeza un aprender continuo que no entiende de partidas.
Se pierde el habla de cada latido al intentar luchar con los
miedos, donde el susurro de nuestro instinto acalla auténticos tesoros por
brindar, no hay que inventar excusas para ser un vendaje bonito que solo
asfixie al alma ya que no hay críticas en el reflejo de nuestras ilusiones.
Saboreo cada día en el renacer de mis sentidos, ya que su
despertar me permite liberarme una vez más en esa delicia sublime del parpadeo
de mi inspiración.
Orlandito
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