La fidelidad de nuestra competencia y el arraigo a ciertos
valores demuestran nuestra soltura en esas arrugas que conforman nuestro
destino, ese paraje viejo y sólido, alegre y entusiasta al mismo tiempo, mezcla
de sin sabores agrios y gratas delicias.
La vida nos ameniza con sus alegrías y tristezas, nos
muestra desiertos en los cuales hacer una larga travesía y surcar nuestros
propios horizontes, en la arena movediza de nuestros miedos se esconde una
jugosa raíz que todo envuelve y eleva tras su crecimiento mostrando unos frutos
jugosos al paladar.
La amarga paciencia recoge elegancias perfumadas en nuestro
perdón y en nuestra honestidad, donde muchas veces flaquearíamos tras el
espejismo del oasis que nos engañaba haciéndonos pensar que éramos puro dolor y
que debíamos anteponer nuestro poder en el ego que todo lo sacrifica, embriaga
y sacrifica con sus garras, destruye por fuera y por dentro la silueta de
nuestro ser y gratificante entender.
Las arrugas de nuestra realidad son los peldaños a la
travesía de nuestro devenir interno, las pruebas son el aprendizaje de un
instante grato en crecimiento, el sacrificio no es tanto cuando llevo en la
mochila de mis recursos mi aderezo personal que me hace humilde y tan pequeño
como el cielo que me quiera cobijar.
Las arrugas de nuestra realidad son las caricias a nuestra
mente y el abrazo a nuestro cuerpo que nos inspira a llegar al fin de la locura
que nos ameniza, justifica siempre la misma con el pago de tu inmortalidad ,el
desamparo y abandono de tu ego, para que así florezca la mejor recompensa que
hayas imaginado como mero mortal y grato aprendiz.
Gracias por atender a mi locura ; )